miércoles, 7 de mayo de 2014

EL MIRADOR DE SAN NICOLÁS

Donde el tiempo se detiene

Uno de los retos más grandes que he tenido durante mi estancia en Granada es aprender a relajarme, cómo aprovechar el tiempo sin hacer nada en concreto y vivir la vida sin prisas. En los Estados Unidos, muchas veces me sentía culpable si estaba más de media hora sin hacer nada. Sentía que es necesario siempre hacer, siempre correr y nunca simplemente estar. Las primeras semanas en Granada fueron un choque cultural duro: sencillamente no sabía en qué emplear todo el tiempo que tenía. Liberada del ritmo estresante de mi vida cotidiana en los Estados Unidos, era el momento de deleitarse con todo ese tiempo que me estaban regalando y, sin embargo, sentía una presión, una necesidad de buscar algo que hacer. Pero en Granada la vida va a una velocidad diferente y el tiempo no se cuenta, se disfruta.

 Fue durante esos días, en uno de esos largos paseos a los que la ciudad te invita, que me topé con el mirador de San Nicolás por primera vez. Había oído que era un sitio increíble que tenía que visitar. Fui con la mentalidad de una turista, con la idea que tenía que ir para tacharlo de mi lista de atracciones culturales, sitios que “hay que ver” en Granada. Sin embargo, cuando llegué y me asomé al mirador y vi la Alhambra rodeada por la Sierra en todo su esplendor, me quedé sin aliento. Mi corazón se llenó de fascinación  y, por la primera vez en mucho tiempo, me sentí relajada. No estaba haciendo un trabajo importante o estudiando o practicando el español. No, sencillamente estaba delante de la maravilla de la naturaleza, sola pero no aislada en mis pensamientos. Fue un momento muy especial  y aunque todavía no he vencido mi atadura a la velocidad de mi vida en los Estados Unidos, las veces que voy al mirador, siento una calma…, una especie de permiso para simplemente estar, y gozar. 
By Sofía Muñoz